A más de un año del inicio de la pandemia y su impacto económico, la autoridad financiera actuó los primeros meses de forma inconsistente mediante acciones inmediatas para el diferimiento de pagos, pero posteriormente conviertiéndose en gestora de beneficios para los deudores, según un análisis de la Fundación de Estudios Financieros (Fundef).
En su estudio se menciona que el sistema financiero, particularmente la banca, los primeros meses de la emergencia sanitaria demostró ser resiliente ante el impacto económico.
A pesar de ello, se señala que debe ser una prioridad tanto para reguladores como para las instituciones que forman parte del sistema financiero, evitar que exista un deterioro que en la contingencia actual lo conviertan en parte del problema.
Al inicio de la pandemia las autoridades actuaron rápido al dar flexibilidad al marco regulatorio a través del anuncio de criterios contables especiales para brindar apoyo temporal a deudores que su fuente de pago se hubiera afectado.
La primer tanda de apoyos presentada para las entidades financieras, cuyo fin era apoyar a los clientes, se puede concluir que se logró el objetivo sin comprometer la estabilidad y solvencia del estado financiero.
Una vez concluida la primer etapa, se anunció una nueva tanda de apoyos en relación al régimen de reestructuras de créditos.
En los retos que se presentan se destaca el que las autoridades deben dar señales claras de cómo se actuará en el escenario en que alguna institución financiera presente problemas, sobre todo los bancos y sin olvidar que los recursos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) son limitados.
La evolución de la cartera de crédito tanto de la banca como de los intermediarios financieros no bancarios es el principal reto, por lo que hay que tomar con atención los sucesos que podrían acontecer a corto plazo, tal como el desempeño de las reestructuras, alza de contagios, un eventual segundo cierre a la economía y el ritmo de la vacunación.